25/7/10

Las páginas impresas, y las no tanto.

Estaba leyendo por ahi, en la web, esa eterna discusión sobre la lectura en papel y la lectura vía internet. Hay mucha gente que sigue con el clásico periódico de papel, ese que al dar vuelta dos páginas ya nos deja los dedos manchados y con olor a tinta. En cambio, otros, ya dejaron eso como parte del pasado, para vocarse a la lectura desde una pantalla, brillosa, que nos hace picar los ojos pero nos abre las puertas de un infinito mundo de opiniones, idiomas y culturas.
Personalmente, me encanta tener la oporunidad que nos dá la computadora, esa de poder leer no sólo la opinión del que escribe un texo o una nota, sino también los comentarios de la gente como uno, que lee, piensa, y vuelca sus ideas en algunas líneas. Pero, por otro lado, la pantalla de la computadora me parece muy fría al lado de la hoja impresa; esa hoja con todas sus imperfecciones, sus dobleces y su total simpleza.
Soy una de esas personas que valoran la carta escrita a mano, por más que no se entienda bien la letra. Una más de esas personas a las que nos gusta ir a una buena librería y sentirse en el medio del país de las maravillas, porque, el leer un libro es eso: sumergirse en un mundo infinito, lleno de cosas que nunca se nos hubiesen pasado antes por la mente. Un libro nos hace volar la imaginación a cualquier parte, nos hace viajar con nuestras mentes a lugares maravillosos. Un libro nos hace ser directores de esa historia que tenemos entre nuestras manos, nos hace idear cada una de las escenas, ver las caras de esos personajes que existen sólo en nuestras cabezas.
Y sí, para mí un libro con todas esas características, es sólo un conjunto de páginas impresas entre la encuadernación, única de cada uno. Esa tapa que, con verla, nos dá una fugaz idea de ese mundo que se enconde entre sus páginas...

21/7/10

Carpe Diem.

Un hermosísimo texto que vale la pena leer.

APROVECHA EL DIA!!!
No dejes que termine sin haber crecido un poco. Sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías pueden cambiar el mundo, porque pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión. La vida es desierto y es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sopla en contra, la poderosa obra continua.
Tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores, el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye. “Emite tu alarido sano por los techos de este mundo”.
Valora la belleza de las cosas simples, y también la simpleza de la belleza. Se puede hacer poesía nueva sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente sin mediocridades. Piensa que en tí está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte. No existe alguien tan sabio que no pueda aprender algo nuevo, como tampoco hay pobre hombre que no tenga algo por enseñar. Aprende!!! Pero sobre todo aprende a vivir. Enseña! No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...
CARPE DIEM (LATIN)= APROVECHA EL DIA

20/7/10

Adelantando el reloj.

Quiero que pase el tiempo. Quiero saber qué será de mi en unos meses, años, de acá a un tiempo. Quiero que se me pase ésta incertidumbre, ésto de no saber qué va a pasar, si los problemas de hoy van a ser pasado en un futuro no muy lejano o van a seguir siendo problemas que pasan por mi cabeza todos los días.

Quiero que pase el tiempo para saber si voy a poder cumplir mis objetivos; para ver quiénes van a seguir al lado mío para aconsejarme, felicitarme o retarme cuando sea necesario. Para saber si valió la pena todo éste tiempo pensando e intentando llegar a algo mejor.

Quiero que pase el tiempo, para saber cómo va a ser mi reflejo en el espejo; para saber si fui fiel a mis pensamientos o si los cambié para mejor. Quiero que pase el tiempo a ver si cambia alguno de los problemas cotidianos que ocurren en todos lados, en todas las familias, en todas las casas.

Quiero que pase el tiempo para ver, para sentir, para llorar, para reír, para pensar en que lo que fue nunca va a ser mejor que lo que vendrá.

Pero la única forma para que el tiempo pase, es no pensar en el tiempo, simplemente recorrer el camino que nos toca, cuando nos toca.

19/7/10

A raining day.

Qué día feo. Lo podría llamar de mierda, pero suena muy fuerte, y lo que quiero decir con feo no es en sí el día en realidad, sino el clima que le tocó a éste día. Es uno de esos días fríos, con lo cual, las ganas de salir desaparecen en cuanto sacás un pie afuera de la cama tibia. Y, además de frío, lluvioso. No con tormenta torrencial, truenos y relámpagos, sino con esa llovizna molesta, que no te deja ver, y que nisiquiera llega a hacer el ruido en el toldo que tanto me gusta.
Es un día ideal para el desocupado, para la ama de casa que no tiene que ir al banco ni tiene que ir a comprar al súper. Un día para el que está de vacaciones o para el que no le importa nada y falta al colegio o al trabajo. Un día para estar con la estufa prendida en casa, mirando tele, tomando unos ricos mates amargos con galletitas o, en el mejor de los casos, unas buenas tortas fritas; y para, de vez en cuando, asomarse a la ventana y mirar a los pobres que no tuvieron opción y están caminando abajo del agüita, maldiciendo a quien sea que tenga la culpa (porque, en un momento así, se tiene un culpable para todo).
Por eso, a mi que hoy en dia no tengo ninguna obligación de salir, me encantan los días como éste. Me encanta quedarme en casa y desde la ventana ver el cielo blanco, a punto de venirse abajo. No me importa si el perro no puede salir a la calle por la lluvia: si no se aguanta adentro de casa, lo limpiaré. Es un día para hacer fiaca, aunque la venga haciendo desde hace un tiempo.
Y si me toca tener que salir a trabajar o a estudiar, y bueno, pienso durante todo el día en qué orden voy a hacer las cosas cuando llegue a casa. Pero, eso sí: en cuanto entré a casa, no salí más hasta el día siguiente.

15/7/10

Un despertar diferente.

Hoy es un lindo día. Un nuevo día. El arranque de una nueva etapa, de un nuevo ciclo.
Hoy se respira un aire distinto. Hoy el Sol brilla más fuerte.
Hoy es un día que quedará en la historia Argentina y del mundo. Porque, desde hoy, somos todos iguales.

2/7/10

La escritura, mi terapia.

Me encanta escribir. Siempre me sentí más cómoda escribiendo que hablando. En el colegio, por ejemplo, siempre quería exámenes escritos, porque el estar sentada al lado del profesor, que me hiciera preguntas y me escuchara hablar mientras me miraba fijo en la cara, me ponía demasiado nerviosa y no podía expresarme tan bien como así lo hacía con una lapicera y un papel.
Me sirve mucho como una terapia, en esos días en los que necesito desahogarme, dar una humilde opinión o, simplemente, sacar esos pensamientos que me dan vuelta en la cabeza y no tienen otra manera de salir que no sean en palabras escritas. Soy una de esas, de la antigua escuela, de esas personas que prefieren una linda carta escrita a puño y letra, y no un e-mail o una firma en el muro del Facebook (de todas formas, todo es bienvenido cuando está hecho con cariño). No hay como sentarse y ponerse a escribir algo que sale de adentro. Agarrar nuestra lapicera favorita, una hoja blanca y limpia y dejar fluír los pensamientos y las sensaciones que salen como por arte de magia de nuestras manos.
Me gusta ésto de sentirme libre de escribir, de dejar que, el que quiera, lea algunas de las cosas que van saliendo de mi cabeza, porque, creo, es la mejor manera de conocer a las personas: saber qué se les cruza por la mente con respecto a ciertos temas, estén de acuerdo o no.
Y así también, me encanta leer. Meterme en ese mundo infinito que se puede encontrar en algo tan pequeño e importante como un libro, o un simple texto escrito por algún anónimo.
Como sea, recomiendo a todos que dejen salir lo que tienen adentro, lo que tienen en sus cabezas, lo que piensan que a nadie le va a interesar, porque siempre va a ser útil para algún lector.-

Con la presión por el piso.

Desde la noche anterior que no paraba de pensar en eso. No me podía dormir porque mi cabeza no podía dejar de dar vueltas alrededor de lo que iba a pasar unas horas después. Porque, por pensar en eso, me agarraba taquicardia y hasta se me cruzaba el quedarme en casa durmiendo y dejar todo eso para más adelante.
Pero no. No podía patearlo para algunos días después. No tenía sentido porque sabía que tenía que ir, sabía que tarde o temprano tenía que pasar por eso, me gustase o no; porque hasta había estado ayunando durante 12 horas. Tenía que hacerlo y cuanto más rápido mejor. Como sabía bien lo que se venía (conozco mi cuerpo y sus reacciones), lo primero que le dije a la enfermera cuando me pidió que me ponga cómoda en el sillón era que tenía miedo (no con esas palabras exactamente, pero esa fue la idea que le quise comunicar). Le conté muy por encima que un tiempo atrás había donado sangre y me había desmayado dos veces, pero, ella, con su tranquilidad de saber que no era su brazo el que iba a estar agujereado, me dijo que eso no era nada, que me quedara tranquila y que no mirara lo que ella estaba a punto de hacer.
Me puso una cinta en el brazo, más o menos a la altura de mi codo, y empezó a buscar mi tímida vena, que, por esas cosas de la vida, parece que también tenía miedo y no quería salir a la luz. La malparida al final salió y lo primero que atiné a hacer fue mirar para el otro lado, porque ya sabía... La simpática enfermera me daba instrucciones de cómo respirar mientras yo iba sintiendo cómo la aguja se iba metiendo lentamente en mi brazo, mientras, al mismo tiempo, mi cuerpo empezaba a aflojarse.
Para mi felicidad, todo fue rápido, y cuando me di cuenta la enfermera estaba sacando la aguja. Y ahi vino lo peor. Esa sensación de algo que sale de mi cuerpo me hace muy mal. Ya de por sí, no estaba para nada calma, pero eso fue la gota que revalsó el vaso. Supongo que mi cara lo decía todo, porque la enfermera lo primero que hizo fue preguntarme cómo me sentía. Le dije que mal, tenía el cuerpo flojísimo y no hacía más que transpirar asi como si recién hubiese terminado de hacer gimnasia. Me dió un algodón empapado en alcohol, cosa que me ayudó a no caer redonda del sillón al piso.
Nunca me puedo dar cuenta si en ese momento el corazón me late a mil o está más lento que nunca. Lo único que siento es que quiero estar tirada en mi cama, cerrar los ojos y que al abrirlos se me haya pasado esa sensación tan fea.
Me tuvo que pasar una servilleta para que me seque la cara, porque eran gotas de agua que me caían de la frente. Esa transpiración fría que te mata. No se sabe si te tenés que abrigar o si es todo calor corporal.
Me levanté, y le dije a la enfermera que me sentía mejor (obviamente sin dejar de pasarme el algodón por la nariz porque, de lo contrario, me hubiesen tenido que atajar mientras me caía). Me senté afuera, en la sala de espera tratando de "despavilarme un poco" para salir de ahi. Realmente me sentía mejor, pero mi cara no diría lo mismo porque todos los que pasaban por ahi se quedaban mirándome, como tratando de descifrar lo que me había pasado.
Por suerte, ya pasó, y no es algo que se haga muy seguido. Pero si hay algo que confirmé hoy, es que las salas de hemoterapia no son mi lugar en el mundo.