2/7/10

La escritura, mi terapia.

Me encanta escribir. Siempre me sentí más cómoda escribiendo que hablando. En el colegio, por ejemplo, siempre quería exámenes escritos, porque el estar sentada al lado del profesor, que me hiciera preguntas y me escuchara hablar mientras me miraba fijo en la cara, me ponía demasiado nerviosa y no podía expresarme tan bien como así lo hacía con una lapicera y un papel.
Me sirve mucho como una terapia, en esos días en los que necesito desahogarme, dar una humilde opinión o, simplemente, sacar esos pensamientos que me dan vuelta en la cabeza y no tienen otra manera de salir que no sean en palabras escritas. Soy una de esas, de la antigua escuela, de esas personas que prefieren una linda carta escrita a puño y letra, y no un e-mail o una firma en el muro del Facebook (de todas formas, todo es bienvenido cuando está hecho con cariño). No hay como sentarse y ponerse a escribir algo que sale de adentro. Agarrar nuestra lapicera favorita, una hoja blanca y limpia y dejar fluír los pensamientos y las sensaciones que salen como por arte de magia de nuestras manos.
Me gusta ésto de sentirme libre de escribir, de dejar que, el que quiera, lea algunas de las cosas que van saliendo de mi cabeza, porque, creo, es la mejor manera de conocer a las personas: saber qué se les cruza por la mente con respecto a ciertos temas, estén de acuerdo o no.
Y así también, me encanta leer. Meterme en ese mundo infinito que se puede encontrar en algo tan pequeño e importante como un libro, o un simple texto escrito por algún anónimo.
Como sea, recomiendo a todos que dejen salir lo que tienen adentro, lo que tienen en sus cabezas, lo que piensan que a nadie le va a interesar, porque siempre va a ser útil para algún lector.-

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